domingo, 31 de enero de 2010

Cualquier árbol nace y cualquier hombre cae sobre la arquitectura sorda de Urbina.

Tal vez antes de morir pensó en la poesía y en los poetas y quiso escribir el último poema estúpido y no pudo.

La vida de los poetas es un chiste de humor negro, pensó,

una broma negra que ríe desde la ventana del silencio de la entrepierna de los días lentos e inútiles.

Y leyó el anuncio de “Triple saldo” en una valla frente a su fin:

el retrato de la belleza de una ciudad no son sus calles, ni sus edificios antiguos,

ni sus monumentos ni sus parques ni sus jardines,

sino la estructura que las vallas publicitarias forman

sobre una avenida ancha mientras alguien mira, extasiado, los ojos de la muerte.


3 comentarios:

Mercedes dijo...

kilometros de expresiones amorfas/ banales/sentimientos prefabricados/

bien!

José Roberto Leonardo dijo...

buen texto, buen golpe al final...saludos Carlos

Carlos Gerardo dijo...

Gracias por la visita, y sobre todo, por los comentarios.