jueves, 7 de enero de 2010

Avatar

Anoche fui a ver Avatar y salí de la sala con ganas de ser azul, tener cola, usar taparrabo y habitar en una selva exótica con destellos neón. Una mezcla del Amazonas con Las Vegas. La historia es simple y la película es técnicamente impecable. El valle improbable languidece, convence. Siempre he admirado la imaginación de los directores para concebir las locaciones de la ciencia ficción. Además, mi cultura cinematográfica es pobre y me compran fácil filmes como éstos, en los están incluidos los requisitos esenciales holywoodenses: sexo, amor, golpes, villano insensible, dinero, etcétera.

La guerra es un tema farandulero por excelencia. La industria cinematográfica se ha valido muchas veces de él para llenar salas. Todos tenemos una sed de destrucción y violencia: por eso los muñecos con los que jugamos de niños y las películas de acción. Por eso, las críticas que la película ha recibido sobre el contraste de la guerra y la violencia del final y el desarrollo de armonioso de la trama son válidos. Aunque en general me gustó y la recomiendo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

La película en general reúne ciertos elementos estéticos que la hacen muy atractiva: La belleza corpórea se idealiza en los nativos de Pandora en una mezcla de rasgos felinos y cuerpos dignos del "manga" más estilizado, y un entorno donde los animales comunes de la Tierra se llevan a un nivel de bestias míticas y máquinas con capacidad de comunicación electroquímica.

Y, como Carlos dice acertadamente el cóctel clásico de amor, violencia y redención.

Como comentario final, es bueno ver la película si ha sido precedida de una buena ingesta de lípidos y carbohidratos, como el autor de esta nota y el dueño de este blog hicieron ayer, en medio de un país convulsionado.

Saludos

Carlos Gerardo dijo...

Sí, sí, la grasa es importante. También lo que dice Oswaldo, que ahora las películas gringas satanizan la "colonización". La historia es similar a la que ya conocemos.

Gracias por la visita. Salut.