Su cuerpo está cansado de las bestias que custodian la mortaja están ellas dibujadas en la sábana sin decir nada sólo riendo como una copa de vino puede reír cuando la desgracia cae sobre el cristal la cama deshecha y unos libros sobre el escritorio suficientes para naufragar en cualquier sitio las voces respiran desde sus contornos fuertes sin que lleguen a tocar a quien duerme todo es tan delicado como una gota de vidrio que cae sobre nubes sin quebrarse sin que la conciencia escuche el ruido de los días cualquiera tiene miedo de morir atravesado por el cristal del silencio en su garganta nadie entra se teme abatir el corazón de los demonios que sangran cansados el humo espeso sin sentir el dolor de los libros solos.
Cualquiera tiene miedo.
Imagen: Mujer durmiendo, de Luis Ángel Esquivel.