miércoles, 4 de junio de 2008

fuga número uno

me convierto en mi propia pluma me dibujo sentado al borde de un abismo exquisito hincado implorando silencio responden gotas tristes de un quebranto entre lo amarillo de una tarde cualquiera las formas breves del aire se dibujan confusas en mi rostro los contornos se aprecian borrosos tal vez una luz difusa exista para los incautos de este pueblo de caídos y el calor y el miedo fluyen por las paredes invento palabras sin mácula que no suenan a nada que no alcanzo me rasgo me mutilo hace falta trabajo y palabras y el abismo nos llama y nos aleja como el ladrido de un sexo en una noche oportuna soy engendro monstruo capital que gime melancólico ante lágrimas que no logran nacer algo se desangra salen huesos tumores la memoria colapsa se olvidan los nombres de las enzimas y de las figuras retóricas y el cerebro de un niño idea perfecta de un universo nuevo se despierta se saca la cabeza de las almohadas al mundo

el abismo sigue allí

dócil


espera

1 comentario:

Unknown dijo...

Al poeta/vago/retorno/engendro de tinta:

Sábete portador de una luz que pocos ostentan hoy.

Cuida que esa luz no te ciegue -que te cieguen la vida, el etanol, la flama de la musa-.

Con el espíritu de Molière en mi reverencia hacia tí,

El León