jueves, 29 de marzo de 2012

Wislawa Szymborska


"Los sueños vergonzosos son obra de Satanás.
Mi alma es tan cierta como el hueso de una ciruela".
Wislawa Szymborska

Tristeza. Un mes después, me entero de la muerte de Wislawa Szymborska. Miento. No es tristeza. Es más consternación, desengaño, no sé, algo así. La poeta que trató de redimirnos. Como un tonto, al saber de su muerte me puse a leer de nuevo un libro suyo.  Comparto con ustedes la ingenuidad que pudo haberme llevado a esa lectura y transcribo algunos de los poemas incluidos en la antología Paisaje con grano de arena (Lumen, 2005).

Notas de una expedición no realizada al Himalaya

Así, pues, esto es el Himalaya.
Montañas corriendo hacia la luna.
El instante del despegue detenido
en un cielo rasgado.
Un desierto de nubes lleno de agujeros.
Un golpe en la nada.
El eco: un mudo blanco.
Silencio.

Yeti, abajo es miércoles,
hay abecedario y pan,
dos y dos son cuatro,
la nieve se funde.
Hay una manzana roja
partida en cuatro.

Yeti, entre nosotros
no sólo existe el crimen.
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.

Heredamos la esperanza,
regalo del olvido.
Verás cómo entre ruinas
parimos niños.

Yeti, tenemos a Shakespeare.
Yeti, tocamos el violín.
Yeti, al anochecer
prendemos la luz.

Aquí, ni luna ni tierra,
y se congelan las lágrimas.
¡Oh, Yeti, casi hombre de la luna,
piénsalo y vuelve!

Así dije, a gritos, al Yeti
entre las cuatro paredes de avalanchas,
y para entrar en calor pateaba
en la nieve,
en la eterna.

El álbum

Nadie en mi familia murió de amor.
Romances sí hubo, no cosa seria.
¿Tísicos Romeos? ¿Julietas con difteria?
No. Alcanzaron la vejez en flor.
¡Ni uno murió de cartas sin respuesta,
con letra por lágrimas borrosa!
Llegaban vecinos, traje de fiesta,
con anteojos, levita y una rosa.
Nadie se asfixió dentro de un armario
por huir de maridos de sus amantes.
Faralaes, mantillas ni volantes
echaron a nadie de la foto por falsario.
¡Cuán lejos sus almas del infierno del Bosco!
Sus pistolas no defendían amores furtivos.
(Morían a balazos, mas por otros motivos,
en el frente, en un catre bien tosco).
Ni la bella, la del moño vistoso,
con ojeras como de bacanal,
partió a vela en pos de un joven fogoso
por el mar de su hemorragia cerebral.
Antes del daguerrotipo quizás hubo amor de veras,
pero no en las fotos de mi familia.
Los días tenían tempo de vigilia
y ellos morían de gripe o de paperas.

Fotografía: http://www.guardian.co.uk/

viernes, 2 de marzo de 2012

Intro de la música


La ciudad llorará por ti, nunca pudo sobrevivir sin tu rostro, y yo escribiré, por fin, el largo poema sin dedicatoria que prometí hacer el día que tu cuerpo pobló las calles que hoy se marchitan. Todos caminarán hacia un lugar imposible y no sospecharán que la música que guía sus pasos es la misma que el olvido les escupe desde la piel del abismo. Sobre nuestras frentes se dibujarán todas las posibilidades felices con que dios nunca coronó nuestras súplicas. Y el infierno y el cielo y Dante mismo llorarán por ti y yo saldré descalzo a preguntar tu nombre a las avenidas del centro. Responderá el eco de los poemas tontos que te escribí. Responderá el filo ensangrentado con que corté el cuello de mi cordura. Responderán los ojos rojos de un niño que clava una flecha envenenada en el corazón de su padre. Responderá el rostro y el vestido y el precio de un maniquí que me recuerda tu ausencia desde un anaquel con demasiado pasado. Y yo estaré solo sobre una ciudad sin lágrimas ni silencio. Con la absurda valentía de quien se lo ha perdido casi todo pero que aún no se va y decide descubrir cuál es el fondo del inútil abismo. Yo estaré arrepintiéndome de saltar, al último momento. Masturbándome en los baños públicos con lágrimas austeras en el rostro. Deseando la caída de los ángeles y la muerte de los mendigos. Sin arriesgarme demasiado. Sin perder la ruta correcta hacia la tumba.

1.

Abrir esa ventana
Para que en la calle se escuche esta música
Y la gente, confundida, tire piedras contra la noche
Y se confunda la noche y la tinta con que escribo
Y derramen ambas lucidez sobre mi sangre.
Entonces el caos necesitará de un dios
Pero dentro de mí sólo podré encontrar la oscuridad
Caerán los cuerpos junto con las piedras
Y se apagarán todas las velas de fuego humano.
Cuando todo acabe
habrá silencio y el loco pensará
“La ira de Dios ha terminado”
Un rumor maligno se cernirá sobre las cabezas
Y dibujará signos malditos con la ceniza humana.
Las calles serán un pentagrama.
El loco no sabe la diferencia entre la música
Y la sangre de las notas sobre el concreto.
La música será lo único cierto:
La tragedia del principio y del final.


Imagen: Los mendigos, Pieter Brueghel.