sábado, 13 de agosto de 2011

Un día fuiste otra Magdalena

Un día fuiste otra Magdalena. Estuviste entre mis brazos que dormían y te llamé por un nombre que no es tuyo. Te dije Magda y hoy no recuerdo cómo te llamas pero se atraviesa en la vida una mujer y un niño dentro de mí se estremece: ella es Magdalena. Magda viendo la luna. Una vez pensé en eso aunque jamás existió luna ni ángel para celebrar tu silencio entre nosotros. Sólo tu risa existía en este valle coronado por la espuma y la miel que saboreamos de la angustia. Sólo tu risa poblaba el silencio con que yo respondía ante el mundo como un ladrón que roba la paz que no puede pertenecerle. Sólo tu risa de Magdalena en este valle de lágrimas y silencio.

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