domingo, 10 de abril de 2011

Cartas

De mi infancia recuerdo a un viejo jugando cartas
con la televisión encendida frente a él.
Entonces no comprendía
que el viejo era un retrato. Una profecía generosa
de lo que podría suceder. Mi primer encuentro con el miedo
pasó cuando encendí el ordenador y abrí el solitario. Entonces
tenía catorce años, y mis miedos eran otros.

Tuve miedos fabulosos cuando niño.
Imaginaba selvas color sepia con arenas movedizas
y buitres negros que devoraban vivos a los hombres.
Entonces el viejo era real y la tele ya no existe.
Tampoco sé si la casa en la que estaba existe aún.
Lo que sé ahora es
que la vejez puede ganarle días a la muerte con un póquer de reyes

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