domingo, 14 de junio de 2009

Temporada de béisbol


“¡Comenzó la temporada de Beis!”, me dijo con un brillo inexorable en los ojos un amigo que seguramente no sabe lo que para mí significa ese deporte que nunca he entendido del todo y por culpa del cual salgo tarde los fines de semana que estoy de turno en el periódico; y que aparte me valió muchas decepciones en el colegio que fueron de alguna forma causantes de cierto temor deportivo que conservo, porque no podía con la fuerza que le daba al bate y generalmente luego de que hacía el movimiento abrupto con el que la pelota nunca salía impulsada poéticamente por los aires, éste salía volando hacia atrás, o adelante o hacia el ‘pitcher’, quien seguramente pensaba que mi intención era matarlo y no darle a la pelotita y hacer ganar de forma heroica a mi equipo, cuya victoria en realidad me importaba muy poco en la mayoría de los casos. Prefiero evitar la descripción de mi actuación cuando el equipo defendía.

Los fanáticos del deporte, en cambio, me caen muy bien. Es fácil conversar con ellos y cuando uno toca el tema que les gusta, generalmente entabla una plática monologada muy amena y deliberada en la que las intervenciones propias se remiten a afirmar con una sonrisa: “sí vos, ese cuate es bueno”, o aprendiendo expresiones propias del argot beisbolero: “sí vos, la mandó a la mierda (refiriéndose a la pelota, claro)”, o “tiene buen brazo”, etcétera. Después de lo cual uno puede saltar con extraña libertad a cualquier otro tema.

Lo “bueno” de la temporada de beis es que en lo que termina el partido uno puede escribirle a viejos amigos o estar al día con las actividades culturales (a las que no se puede asistir por esperar el resultado de los partidos), o engrosar la lista de “libros que compraré luego de sacarme la lotería”. Además, da tiempo para pensar que se olvidó en casa la poesía completa de Caeiro, razón por la cual uno tiene que conformarse leyendo revistas en internet o ‘e-books’ con los que nunca se logra la constancia deseada. Espero que este partido termine pronto.

1 comentario:

José Roberto Leonardo dijo...

jajajaja ¿por qué me parecerá familiar este relato?